Liliana Heer

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Prólogo
Giacomo Joyce
Versión anotada
Cronología de Joyce

Presentación
Reseñas

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Liliana Heer

 

 

 

Versión Anotada de Giacomo, el Texto Secreto de Joyce
Editorial Bajo La Luna Nueva, Buenos Aires, 1997

 

1           “¿Quién?” es la pregunta sobre el sujeto que origina el oleaje del texto, su violencia metonímica, a partir de una breve sílaba que se funde como imagen. En Ulises, Molly Bloom recurre al como a un compás que la lleva no solamente a abrir sino también a cerrar su monólogo. No es casual que el comienzo de Finnegans Wake esté suspendido en medio de una frase que se retoma al final. El principio de Giacomo expone la condensación y el desenvolvimiento de esa técnica.

“Quizzinglasses”, unión o juego de palabras, las dos cosas: impertinentes, monóculos, lentes para escudriñar.

“Pieles...monóculos.” Conspicuamente usados también por Mrs. Bellingam en Ulises, Santiago Rueda Editor, Buenos Aires, 1972:

Con gorra y manta de conejo foca, embozada hasta la nariz, desciende de su brougham y escudriña a través de sus impertinentes de carey…”, p. 472.

 

2          “A young person of quality”, hombre o mujer, el ella no marcado por el género sino por el contexto. She pertenece al primer párrafo y se desplaza singularizando a la protagonista, definida y focalizada a través de la letra.

Ella es tímida, pálida, impalpable, dotada de natural dignidad, con caligrafía de telaraña, inaccesible como el decir del deseo en su perpetua adjetivación.

 

3          Es una constante en Joyce el uso de frases paratácticas: subordinación en virtud de una curva melódica que hace innecesaria la conjunción.

Respecto de Swedenborg, hay en Joyce una reflexión acerca de los pájaros, criaturas del aire que tienen entendimiento y permanecen dentro del orden de la vida sin ser pervertidas por la razón. En Retrato del Arista Adolescente, Biblioteca Nueva, Madrid, 1926, capítulo V, traducción de Dámaso Alonso firmada con el seudónimo de Alfonso Donado. En Argentina, la obra fue publicada por Santiago Rueda respetando el seudónimo del traductor.

Emanuel Swedenborg (1688‑1772): Místico, filósofo y científico nacido en Estocolmo, hijo de la reina Ulrica Eleonor de Suecia. Trascendió primero como ingeniero y científico, fue asesor del real Colegio de Minas. En 1747, se retiró del mundo y se declaró iluminado para realizar una misión divina por revelación del sentido esotérico de La Biblia. Afirmaba mantener conversaciones con los ángeles. Su doctrina religiosa ha inspirado a la iglesia llamada Nueva Jerusalén, surgida poco después de su muerte, integrada por miembros de varios países: Inglaterra, Estados Unidos, Suiza, Suecia y Alemania. Entre sus obras se destacan: Arcanos Celestes, Cielo e Infierno, Amor divino y sabiduría y La verdadera religión cristiana.

Miguel de Molinos (1628‑1696): Sacerdote y místico español, nacido en Muniesa, Zaragoza. Fue considerado un gran predicador y un santo iluminado. Dio fundamento teológico al Quietismo, doctrina heterodoxa que hace consistir la suma perfección del alma humana en el puro amor y la contemplación de Dios. Su Guía Espiritual ejerció desde el primer momento una extraordinaria influencia en la vida religiosa de Italia y Francia. Denunciado como hereje a la Inquisición por el cardenal César de Estrées, fue detenido en 1685 y se lo condenó a reclusión perpetua en un convento. Molinos abjuró de su doctrina y murió en el seno de la Iglesia Católica en Roma.

Hay referencia a Swedenborg y Miguel de Molinos en Escritos Críticos, Editorial Lumen, Barcelona, 1971.

Joaquín Abbas: Gioacchino da Celico, llamado el abad Joaquín (1145‑1202). Fue abad del monasterio cirstiense de Fiore, en Calabria. Sostuvo que el Apocalipsis era una historia profética de todos los acontecimientos de los siglos. Se lo conoció como el anunciador del Evangelio Eterno y su doctrina fue condenada.

En una de las enigmáticas inclusiones que hizo Dante en la Divina Comedia, Canto XII de “El Paraíso”, Gioacchino aparece entre los doce sabios encabezados por San Buenaventura, que fue junto a Santo Tomás uno de los censores del Evangelio Eterno.

Citado por Stephen en Ulises, en el punto del manuscrito que Joyce completó justo antes de dejar Trieste hacia Zurich en 1915, según Richard Ellmann, James Joyce-Giacomo Joyce, Faber and Faber Limited, London, 1991, p. xxxi.
En Ulises:
“La belleza no está ahí. Ni en la abúlica bahía de la biblioteca de March, donde leíste las descoloridas profecías de Joachin Abbas. ¿Para quién? La chusma de cien cabezas en el recinto de la catedral. Un odiador de su clase huyó de ellos a los bosques de la locura, su melena hirviendo de luna, sus pupilas estrellas... Padre Abbas, furioso deán, ¿qué ofensa prendió fuego a sus cerebros?”, ps. 71/ 2.

Alusión a tres místicos condenados en diferentes épocas por el fervor de sus teorías. ¿Una manera de escribir los efectos candentes de las “palabras tibias”?

 

4          Las resonantes escaleras de piedra, también trasladadas de Giacomo a Retrato, unidas a un ruido distante de botas y voces:
“Los lindos botines de las muchachas crujían sobre los escalones de la columnata...”, Retrato del Artista Adolescente, Santiago Rueda Editor, Buenos Aires, 1987, p. 223.

“High heels clack hollow... Tapping clacking heels...” La aliteración usada por Joyce da sonoridad al repiqueteo de los tacos sobre la piedra. Escritura onomatopéyica donde el fenómeno auditivo está unido a su significación.

           
5          El ritmo, la respiración joyceana, se apoya en el punto y en los dos puntos que abren la frase no como un símil sino en un desencadenamiento progresivo. En este caso, de enunciado categórico: “lo más pequeño por lo más digno”.

En la primera frase, el presente está vacío por el tiempo verbal y vaciado por la negación; en la segunda, Joyce dispersa la temporalidad reuniendo en una misma huella potencial la equivalencia de un acto. 

 

6          “seclusion”: reclusión.
            La reclusión de la raza, su pureza: judíos, irlandeses, mujeres. Joyce se preocupó por buscar el nexo entre el tópico judío e Irlanda. A través de “la mujer” encuentra el enlace que transforma su óptica de patria. Tematizado en Escritos Críticos y más adelante en Ulises; sus inquietudes pueden leerse en Retrato como una prolongación de Giacomo desarrollada in extenso. Stephen insiste en afirmar que su chica irlandesa posee el secreto de su raza:
“¿No sería tal vez el secreto de su raza --había pensado--, lo que yacía oculto tras aquellos ojos sobre los cuales las largas pestañas derramaban relámpagos de sombra?”, p. 228.
 

7          La descripción, como pretendía Baudelaire, se apoya en los cinco sentidos: contrastes, figuras, imágenes arrastran y conforman entre juegos de vida y muerte una sinécdoque expansiva del rostro; ese borde del tiempo donde la orientación, inalcanzable, arma y a la vez desconcierta la unicidad del significado. Atraído por el deseo de corroer la escena, Joyce convierte en gloria esa mínima instancia que separa esencia de apariencia. La opacidad transparente de una falsa sonrisa atraviesa las sombras del sombrero caído. Catecismo de alta estética. Colorido exterior e interior luminoso, triunfante, aún en el desfallecimiento.

 

8                Este párrafo está desarrollado en el poema “A flower given to my daugther” (Una flor dada a mi hija), escrito durante su estadía en Trieste, 1913, e incluido en el libro Pomes Penyeach:

A FLOWER GIVEN TO MY DAUGHTER: Frail the white rose and frail are/ Her hands that gave/ Whose soul is sere and paler/ Than time’s wan wave.// Rosefrail and fair -yet frailest/ A wonder wild/ In gentle eyes thou veilest,/ My blueveined child.

UNA FLOR DADA A MI HIJA: Frágil la rosa blanca y frágiles son/ sus manos que dieron/ cuya alma está más seca y pálida/ que la ola sin color del tiempo.// Fragilidad de rosa y grácil -todavía más frágil,/ un milagro salvaje/ en mansos ojos te ocultas,/ mi criatura de venas azules.

Hay en Retrato una alusión a esta trilogía niña-flores-azules / ojos-venas-azules, como máscara de lo sublime ocultando la miseria:
“ --¡Ande, señorito, cómprele el primer ramo a su niña para que se entrene! ¡Mire qué bonito es! ¡Ande, señorito!

Las flores azules que la muchacha le presentaba y el azul de sus ojos, le parecieron en aquel instante un símbolo de decencia, hasta que la imagen se hubo desvanecido y sólo vio los harapos, el pelo húmedo y áspero y la cara desvergonzada de la moza.”, p. 188.

Frágil palidez es una característica de la chica de Stephen, aludida también en Retrato: “Y una tierna piedad llenó su corazón al recordar la frágil palidez de aquellos ojos, humildes y entristecidos por el oscuro oprobio de la femineidad.”, p.230.

 

9          Preocupación por los ojos mencionada posteriormente por Ezra Pound en sus cartas a Joyce:
“Querido Joyce: los negros de mi país dicen que ciertas cosas son buenas para ojos irritados. E gli occhi orbati fa vedere scorto dice noster Guido (Cavalcanti). Me alegra que sus órbitas vuelvan a estar iluminadas...”, edición comentada por Forrest Read. Hay versión castellana: Ezra Pound, Sobre Joyce, Barral Editores, Barcelona, 1971.

Durante años, Pound aconsejó a Joyce trasmitiéndole información sobre los avances oftalmológicos de su época. Recién en julio de 1920, después de siete años de correspondencia, se conocen en el balneario de Catulo, Lago de Garda.

            En Retrato:
            “La dulce belleza de la palabra latina rozó la oscuridad de la noche con un roce más tenue y más persuasivo que el de la música o el de una mano de mujer.”, p. 254.

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