Liliana Heer

Poetas

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©2003
Liliana Heer

Notas Sobre la Poesía Serbia del Siglo XX
Por Liliana Heer y Liliana Popovic


Cómo anticipar en una breve introducción el paisaje poético de varias generaciones serbias, sin caer en palabras sobresdrújulas. Cómo extraer la mejor flor de cada movimiento, sorteando el lugar común de pasaje de un ismo a otro, sin traicionar en exceso la sonoridad poética de los autores, su respiración dentro del ritmo de las leyes de la lengua, la intervención de la voz  en cada meridiano.

El idioma serbio tiene ciertos rasgos diferentes del castellano: no existen los artículos, los sustantivos y los adjetivos se declinan permitiendo utilizar menor cantidad de preposiciones. Estas “carencias”, lejos de generar desventajas, dan al lenguaje un doble impacto: la imagen es condensada y su música se refracta.

El contrapunto esencial entre el idioma y la realidad histórica serbia -permeable al desarrollo estético europeo- generó una multiplicidad de voces originales y, al mismo tiempo, cosmopolitas.



Modernismo

El Parnaso y el Simbolismo francés se imponen a los poetas serbios a comienzos del siglo XX. Belleza y perfección formal -estéticas tautológicas- conviven con los conceptos de patria y tradición en diferentes grados de compromiso. Jóvan Dúcic (1874-1943) es un poeta de alto estilo y grandes tópicos: Dios, amor y muerte. Mílan Rákic (1876-1938) introduce el pesimismo con matices irónicos y sensuales, a excepción de sus poemas patrióticos llenos de entusiasmo. Sima Pandúrovic (1883-1960) es racional y pesimista, amante del poder liberador de la locura; también autor de poemas patrióticos.

Fiel a la idea parnasiana, uno de los poetas más expresivos, por el flujo de imágenes inconscientes, es Vládislav Pétkovic Dis (1880-1917), maestro, bohemio y periodista de guerra. Clásico en la forma, Dis logra una musicalidad excepcional: “Esta noche muertos me hallaron,/ Tumbas nuevas y siglos que fueron;/ Como a la víctima se me acercaron,/ Como al color de lo pasajero...” (Nirvana).



Vanguardia-entre dos guerras

Después de la primera guerra mundial, se manifiesta la necesidad de cortar con el pasado y la tradición. Surgen tendencias modernas, movimientos de vanguardia; varios ismos locales como hipnismo y sumatraísmo a menudo se nombran bajo la palabra expresionismo. Estos cambios se traducen en una mezcla de géneros, en el pasaje al verso libre y en la valoración de la prosa poética.

La primera etapa del expresionismo está comprendida entre 1919 y 1921, luego se disipa y aparecen nuevas ideas sobre la forma poética. Los poetas destacados son Stánislav Vináver (1891-1955), Mílos Crnjánski (1893-1977), Rastko Pétrovic (1898-1949).
Uno de los autores más originales del “entre dos guerras” es Mómcilo Nastasíjevic (1894-1938); su poética -neosimbolista con fuertes marcas expresionistas- refleja una visión mística y religiosa. La voz, arcaica, condensada hasta el hermetismo, podemos apreciarla en el poema Al Progenitor, “¿Quién eres?/¿Quién y adónde yo,/ el fruto tuyo sin fruto/ y en mí, esta fatal palabra?/ Yo, hijo, abro los ojos./ Muriendo en vida/ me quito el signo ciego del nacimiento./ Y no como tú/ precipitado a fecundar/ ciegamente a la fiesta./ Mas con voluntad, que no me creó/ abro aquí el camino/ para mi destrucción,/ para la paz de los no nacidos./ El fruto tuyo sin fruto: Yo,/ y en mí, esta fatal palabra”.

En los años 20 existía un grupo autodenominado neorromántico, entre ellos estaba, Rade Draínac (1899-1943), inventor del movimiento poético hipnismo. Intuitivo, rebelde, bohemio, sus versos están sobrecargados de elementos urbanos: la realidad en su desnudez, el “bandido o poeta” es el personaje principal.

Dentro de los movimientos modernistas, en Serbia, el surrealismo es el más organizado. Se desarrolla a partir de 1922 -paralelamente al movimiento francés-; su ideólogo es Marko Rístic (1902-1984), sobresalen también Mílan Dedínac (1902-1966), Dúsan Matic (1898-1980) y Óskar Davíco (1909-1989). Desde 1932, el surrealismo empieza a disolverse, algunos miembros se alejan y otros se abocan a la literatura social dominante en los años treinta, con repercusión de los escritores soviéticos. En este período se suceden dos etapas, la literatura social y el nuevo realismo.

Sobrepasando las referencias cronológicas, la poeta más popular de la historia yugoslava es Désanka Máksimovic (1898-1993). Hay en su obra geometría sintáctica y correspondencia de niveles morfológicos. La frase, el ritmo, el período y el referente conforman una unidad que expone la tensión entre matices difícilmente conciliables. El poema Dúsica Stefánovic fue sin cargar sus pertenencias responde a un hecho real: el exterminio. La autora recrea el coraje de una mujer que camina desnuda hacia la muerte, con la frente bien alta, evocando los ojos del bosque y las pequeñas casas de la aldea. Désanka trae consigo un legado, atraviesa el último credo simbolista que concibe el arte como redentor de la realidad, capaz de apresar la tragedia sin perversiones dramáticas.



Posguerra

Como consecuencia del fin de la Segunda Guerra Mundial y de la ruptura con Moscú (1948), la vida literaria serbia se va alejando de la poesía pragmática y surgen polémicas entre los realistas y los modernistas. Algunos poetas, como Stévan Raíckovic (1928), vuelven al intimismo; Vasko Popa y Miódrag Pávlovic inician una nueva etapa antirromántica que va a marcar los años cincuenta y sesenta.

Vasko Popa (1922-1991), es influenciado por el surrealismo, amante de la expresión sintética, utiliza motivos folklóricos y medievales pero sin elementos místicos. Octavio Paz, en su Imprólogo escribe: No hay nadie a la vista/ pero Vasko empuña el arma y dispara./ Cada disparo inventa un blanco,/ ideas que, apenas tocadas,/ vuelan como exclamaciones.// Anoto para mi prólogo:/ La escopeta de Vasco no mata,/ es dadora de imágenes./ ...Hay una danza de chispas entre las letras,/ una fuga de vocales en fuego,/ un confuso rumor de consonantes/ corriendo sobre cenizas calcinadas,/ ¡arde el extremo norte de la página!//...Eres lobo y eres niño y tienes cien años.//...y digo: Vasko Popa./ Me responde un géiser de soles.

Míodrag Pávlovic (1928), poeta de la historia, erudito en articular los ideales clásicos mediante procedimientos modernos, suele emplear imágenes apocalípticas volviendo al pasado para encontrar las raíces de lo contemporáneo. Sostiene que: “Sin una tarea sintética, sin descubrir las imágenes originarias y los símbolos que tienen fuerza, la poesía no puede sobrevivir”.

En la segunda mitad de los años cincuenta, la tendencia neosimbolista es muy relevante. En la vida poética serbia se destaca Branko Míljkovic (1934-1961) -junto a Désanka Máksimovic- uno de los poetas más populares. Su inesperada muerte, se suicidó a los veintisiete años, hizo proliferar la leyenda acerca de su vida y obra. Algunos versos de Míljkovic se incorporaron al lenguaje cotidiano como frases hechas; el poema Epitafio, que consiste en una sola oración: “Me mató la palabra demasiado fuerte”, salió del registro trágico para incorporarse al decir paródico. Filósofo, seguidor de Heráclito, tenía una concepción poética que fusionaba lo moderno y lo clásico. Es admirado como esteticista-racionalista y renovador del soneto.

El crítico serbio Vuk Krnjevic, afirma que la poesía de esta época es tan abierta y variada que sería mejor hablar sobre los poetas serbios de posguerra que de la poesía serbia de posguerra. La búsqueda del lirismo subjetivo, paulatinamente se transforma por la influencia de los modernistas y de las investigaciones individuales. Krnjevic resalta tres líneas poéticas, muchas veces entrecruzadas: la intelectual, la lírica y la humorística. Se imponen los poetas: Ívan V. Lálic (1931-1996), Jóvan Hrístic (1933), Bórislav Rádovic (1935), Mílovan Dánojlic (1937), Ljúbomir Símovic (1935), Slobódan Rákitic (1940). Bránislav Pétrovic (1937- 2002), en sus versos -claros, directos y coloquiales- radiantes de humor y sensualidad, evita el intelectualismo. El humor, frecuente en varios autores de este período, además de ser una expresión poética, refleja una manera de enfrentar la realidad sin dramatismo. Mátija Béckovic (1939), desafiante en su visión política, lírico y satírico, interpreta irónicamente los mitos y el folklore. Su lenguaje a menudo está marcado por el dialecto montenegrino.
 
La aparente calma de los años ochenta es arrasada por la “destrucción del concepto de Estado multicultural” y el cambio de valores de un país en fragmentación. A comienzos de los noventa, las circunstancias políticas irrumpen violentamente en la creación poética. Los poetas de los noventa, pertenecen a la generación de la guerra y de una nueva posguerra. Algunos vuelven al primer plano lo nacional y su mitología; otros viven en la encrucijada, exploran el legado histórico y artístico, buscan nuevas expresiones frente a una realidad mutante

Bibliografía:

Jóvan Déretic, Breve historia de la literatura serbia; Nénad Milósevic, Los poetas de los noventa “Knjizevne Novine”.
Octavio Paz, Imprólogo de: Vasko Popa, Poesía, traducción de Juan Octavio Prenz.
Nóvica Pétkovic, La literatura del siglo XX; Vuk Krnjevic, Prólogo de Antología de la poesía del siglo XX: Entre la vigilia y el sueño.



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Mómcilo Nastasíjevic (1894-1938)


A la Señora

Siempre más solo.
En el sueño me vienes ajena.
Al llamarte soy más pecador.
Los niños ajenos desde ti lloraron.

Ten piedad.
Tu remedio no cura, envenena.
Me atraviesa con un mal violento.
Mi pobre vida, señora,
la gasto en cantar.

Imploro,
mas la voz ondea.
En una estrella es melodiosa la salvación
que el cantor doliente abajo balbucea.

Porque no hay mano que desate el nudo.
¿Pero allí y para siempre
tu rayo dolerá?
¿Amaré los seres ajenos desde ti?

Ten piedad.
Tu remedio no cura, envenena.
Me atraviesa con un mal violento.
Mi pobre vida, señora,
la gasto en cantar.



La Huella

Extraño es cómo esto me libera
aún más cómo me ata.

Flameo en ti, ardiente confluyo,
es escalofrío, escalofrío.

Y tu huella en los caminos
que me enciende.

Pero extraño teme mi corazón
y me hielo.

Besando ¿qué cosa mato,
qué despierto?

Porque los vientos dispersarán también la ceniza     
y no hay desenlace.

Se hunden sin hundimiento,
sin fondo en la búsqueda,
sin fondo se pierden los seres.

Y en la huella donde se quemaron
siempre más dolorosas son las desnudeces.

Ardiente confluyo,
pero extraño teme mi corazón
y me hielo

Besando ¿qué cosa mato,
qué despierto?



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Rade Draínac (1899-1943)


Enfermo y Borracho Vuelvo Del Suburbio

Se pusieron a cantar enfermizos los faroles frente a las
      tabernas del suburbio;
Marzo se acabó en la sonrisa trágica de un ciego y su
       acordeón roto.
En una calle antigua que lleva el nombre de un general
       afeminado se cerraron las ventanas;
En la chimenea de una fábrica de ladrillos como en una
       antigua columna roja
El gallo traído de los salvajes pagos macedonios
Toca airoso su trompeta aguda.

Ahí hasta la noche tardía dos estudiantes con una botella de
      aguardiente discuten sobre mis poemas
Y la noche trae las letanías poéticas de los escándalos,
De ladrones, mujeres vendidas, fracasadas, de aquellos que       por pobreza mil años antes de nacer
¡Fueron condenados a la horca!

Qué raro, por todos lados encuentro a mi corazón como un
       perro que cobardemente muerde desde la sombra de
       una cerca:
Lo pido en un vaso de vino; ¡cae de la luna en forma de gota
       de sangre congelada!
Pegado a los afiches podridos se convierte en un antiguo
       barco
¡Que desde el puerto de Marsella lleva a los asesinos a la Isla
       de Diablo!
Heme aquí tropezando ante el fantasma de la juventud pura
       que se convierte en un gato de Angora;
Los días pasados desfilan en el ejército de la ropa lavada
       en la soga;
Me debo haber emborrachado locamente si bebí hasta el
       pigmento de mis ojos:-
¡Miren! la noche me encierra en el antiguo farol torcido!...

¡Y otra vez! –¡es por mi poesía venenosa como si la hubiera
       escrito el peor canalla!
¿Cómo hablarle en azul al Danubio cuando lo exprime el
       atardecer de octubre?
¿No sería deshonesto? ¡Oh, mi sangre rebelde!
¿Qué, pero qué isla de utopía se esconde del otro lado de
       esta confesión?

De repente cien ventanas enamoradas abren sus vidrios;
La Vía láctea en zapatos de charol baja a la vereda solitaria.
Debajo de un abedul, donde el verano le quitó la camisa
      verde,
En la sombra caliente del firmamento, como en un sanatorio,       me quedé dormido en el pasto.

¿No habré sido yo realmente un hombre nuevo que más allá       de lo previsto vivió bajo el cielo con su sueño infantil?
Mi mundo entero es ese suburbio de los espíritus malos
       donde mi corazón se convirtió en un capullo de gusano
       de seda;
Y ahí en la panadería, detrás del pan caliente,
Pasando por casualidad vi como un joven espolvoreado
       de harina
Leía en una revista iletrada mi biografía escandalosa.



Mi Hambre Es Infinita

Mi hambre es infinita y mis manos eternamente vacías.

De noche a lo largo de las calles ciudadanas en los dedos llevo
       la luna
Y dejo la tristeza bajo las ventanas de las mujeres perdidas.

Daría todo, pero no tengo nada
Mi hambre es infinita y mis manos eternamente vacías.



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Désanka Máksimovic (1898-1993)*


Dúsica Stefánovic Fue Sin Cargar Sus Pertenencias

Uno debe moverse sin tregua pero las rodillas son débiles
el ser es un enorme vacío
todo está mezclado, se vuelve gris,
¡Qué debo hacer, dime corazón mío!
¡Qué debo pensar!
Seguir con firmeza lo que ellos saben
esta mañana sus propios nombres serán llamados
ayúdalos a ir a una muerte valiente ...
Pero los pies parecen haber echado raíces en la tierra
y los ojos se regocijarían ante un rayo de sol
mientras observa cómo su hija crece.
Ella tiene que mantener su cabeza erguida
porque su bosque nativo tiene ojos
así como la tierra y la aldea pequeñas casitas,
los quince millones de compatriotas la están observando
y quizá su pequeña niña también...
Ella escucha la voz de su padre llamándola desde los lejanos
Cárpatos:
“¡Hija mía, has alcanzado la altura de un héroe!“
Y la niña llama como una alondra en el campo de trigo,
y los amigos, los viejos amigos están vitoreando:
“Lo peor ha pasado, no nos rindamos ahora...”
Veinte personas van a morir
algunas tienen sangre en la cara, algunas el brillo de lágrimas
Ellos caminan con la cabeza erguida
los últimos pocos pasos en su tierra nativa.
Y la niña llama como una alondra en el campo de trigo,
y los amigos, los viejos amigos están vitoreando:
“Lo peor ha pasado, no nos rindamos ahora...”
Veinte personas van a morir
algunas tienen sangre en la cara, algunas el brillo de lágrimas
Ellos caminan con la cabeza erguida
los últimos pocos pasos en su tierra nativa.



Por las Marías Magdalenas

Zar Dúsan
pido clemencia
por las mujeres apedreadas,
por sus cómplices noches oscuras,
por el olor a trébol y ramas
donde cayeron embriagadas
como codornices o coallas,
por sus vidas despreciadas,
por la compasión que sus penas
de amor no recibieron.
Pido clemencia
por el claro de luna y rubíes
de su piel,
por sus crepúsculos,
por las lluvias de cabellos sueltos,
por las ramas plateadas de sus brazos,
por sus amores despojados
y malditos:
por las Marías Magdalenas.



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Vasko Popa (1922-1991) (JUEGOS)


De Clavo

Uno es el clavo otro la tenaza
Los demás son artesanos.

La tenaza agarra el clavo por la cabeza
Lo agarra con los dientes, con las manos
Y lo tira, lo tira
Lo esta sacando del piso
Habitualmente le quita sólo la cabeza
Es difícil sacar un clavo del piso.

Los artesanos entonces dicen
No es buena la tenaza
Le parten la mandíbula, le rompen las manos
Y la tiran por la ventana

Después el otro es el clavo
El otro es la tenaza
Los demás son artesanos



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Míodrag Pávlovic (1928)


Réquiem

Esta vez
murió alguien cerca

Réquiem
en el parque gris

bajo el cielo cerrado
las mujeres se fueron tras el cuerpo muerto
la muerte quedó en la plaza vacía
y bajó la cortina

Sientan
el mundo se hizo más leve
por un cerebro humano

Un silencio agradable después del almuerzo
un niño descalzo está sentado en el portón
y come uvas

Acaso alguien sigue fiel
a lo que pierde

No se apuren con la muerte
nadie se parece a nadie
los niños piensan en juguetes

Y no se despidan al irse
es ridículo
ofensivo.



La Reunión de los Perros en Cnosos

Ladró y aulló alrededor de los muros
la gente como los perros más rabiosos
y nosotros con la voz éramos cómplices
de los que desembarcaron.
En el revoltijo ya no se cerraban los aposentos,


nos perseguimos en los lechos reales,
lamimos los cuernos de los toros
mientras las víboras colgaban de los cerrojos.
Nosotros no tuvimos nada que perder.
No veíamos la hora de que nos conquistaran,
si no, nos hubiesen comido los dueños.

Cuando los dorios se lanzaron a la puerta
vieron a uno de nosotros en el trono
y abrieron la boca de sorpresa.
Su hocico era bastante largo
y esta sombra se les cayó sobre el rostro.

Saquearon pero a nosotros no nos dieron carne,
y pedimos demasiadas libertades,
pero obtuvimos sólo el cadáver del rey, como burla.
¿Lo devoramos?
Y bueno, ¿por qué no?
ya estuvimos incluso en el trono.
Su carne era dura como cinturón,
y el hígado encogido.
Después vinieron a buscarnos con cadenas
y nos echaron afuera para que ladremos a la Luna,
pero las víboras la pasaron aún peor:
las cocieron en el asador.
Nosotros esperábamos mejor vida
Con los nuevos dueños.



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Branko Míljkovic (1934-1961)


Balada

A los trovadores de Óhrid
Sabiduría, amanecen las madrugadas sin experiencia.
¡No tengo más derecho a las palabras comunes!
Mi corazón se apaga, mis ojos arden.
¡Canten, sabios ancianos, mientras arriba de la cabeza
Estallan las estrellas como metáforas!
Lo que es alto desaparece, lo que es bajo se pudre.
Pájaro, te llevaré hasta la palabra. Pero devuelve
La llama prestada. No blasfemes la ceniza.
En el corazón ajeno oímos nuestro corazón.
Es igual cantar y morir.

El sol es la palabra que no sabe brillar.
La conciencia no sabe cantar porque tiene miedo
Del vacío sensible. Los ladrones de las visiones,
Las águilas, me pican desde adentro. Estoy de pie
Clavado a una roca que no existe.
Con las estrellas firmamos el engaño
De la noche invisible, por lo tanto más negra. Recuerda
El caer en la vida como la prueba de tu celo.
Cuando la tinta madure en sangre, todos sabrán
Que es igual cantar y morir.

¡Sabiduría, los fuertes se cansarán primeros!
Sólo los canallas saben qué es poesía,
Los ladrones del fuego, para nada cariñosos,
Atados al mástil del barco seguido
Por el canto submarino más peligroso en la vigilia.
El sol desfalleciente sabrá en las frutas maduras
Cambiar el beso que hace descansar la ceniza.
Pero después de nosotros nadie tendrá
La fuerza que corteja a los ruiseñores
Si es igual cantar y morir.

La vida es letal, pero resiste a la muerte.
Una enfermedad horrible llevará mi nombre.
Sufrimos mucho. Ahora canta
El infierno domesticado. Que el corazón no titubee,
Es igual cantar y morir.



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Bránislav Pétrovic (1937-2002)


Panta Rhei

Aquí estoy,
jugando al fútbol con una banda de chiquilines empedernidos
parecido un poco a ellos, un poco a mi propia malicia
tiro el penalty gol uno a cero
uno a cero
pero lo verdadero recién empieza
Oh cómo odio a estos chicos sonrientes
estos cabellos rizados, ciudades al viento claro
oh cómo golpearía estos bellos ojos infantiles
estos corazones a galope este cobre
como me comería este aplauso por mi gol

esta corriente este mar este ¡bravo!
oh, cómo entraría en guerra con todo ese estúpido brillo
que se burla de mí con vuelo de pájaro
que se ríe feo desde todos los techos.

Pero
el juego fluye
Miren fluye esta palabra más horripilante que una flor
paren FLUYE
paren las cinco letras
paren f
paren l
paren u
paren y
paren e
FLUYE
Heráclito en serio eres un canalla

Es que esto no es un poema
pero el partido fluye
fluye el hombre fluye el río fluye el cementerio
fluye mi frente fruncida
ya estamos ganando dos a cero
de alegría la vida ya salió de mí por las costillas
yazgo feliz en la tierra ciego para las mañas del mago
para sus árboles sonoros con el incendio en lugar de la muerte oscura
no veo la nube que derrama la lluvia dorada
(es uno de sus trucos terribles)
no veo el grumo del río arriba de la cancha
ni el viento en el pedregal que construye casas
pero el partido no se interrumpe

Atacan mis rubios mis rizados
se vienen mis muertos
hay que darles un montón de goles
(la tumba me calza los zapatos para el subsuelo)
hay que sacarle los ojos
hay que arrancarles las cabezas
aquí estoy feliz en la tierra
la tumba ya me besa la mano
(que te vaya bien que crezcas grande)
ganamos
ganamos
Heráclito muérete.



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Mátija Béckovic (1939)


Puñal

Según una historia famosa
Del lejano norte
Los cazadores de lobos
Un puñal con doble filo
Mojan en sangre fresca
Clavan el mango en el hielo
Y lo dejan en el desierto nevado

El lobo hambriento
Siente la sangre desde lejos
Especialmente en el aire puro y punzante
Bajo las estrellas altas y heladas
Y rápido encuentra el anzuelo sangriento

Lamiendo la sanguaza congelada
Se corta la lengua
Y su sangre caliente
Chupa de la hoja fría.

Y no puede parar
Hasta que se desplome
Hinchado de su propia sangre.

Si así son los lobos
Los mas difíciles de cazar
Cómo serían los hombres
Y todos los pueblos
En particular el nuestro
Si con su propia sangre
No se puede saciar
Prefiere desaparecer
A darse cuenta
Que el puñal sangriento
Terminará
Siendo
El único
Monumento
Y la cruz
Arriba de nosotros.

Traducción del serbio: Liliana Popovic. Revisión: Liliana Heer.
* Traducción del inglés: Liliana Heer. Revisión: Liliana Popovic.

Texto pubicado en La Pecera Nª 8 revista de Cultura -Mar del Plata- primavera 2004


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© Liliana Heer y  Liliana Popovic.