Liliana Heer

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Liliana Heer

Poéticas Libertinas       
Por Liliana Heer
Sobre Historias Secretas, de musas, putas y otras damas
de Juan Jacobo Bajarlía.
Editorial Almagesto, Buenos Aires, 1996                            
Leído durante la presentación en LiberArte
Buenos Aires, 1996



La Biblia llamó perros a los sacerdotes y sacerdotisas que ejercían la institución del erotismo sagrado. Esta denominación es un clásico: perras, más que putas son las mujeres que gozan del sexo y hacen gozar por él.
De estas meretrices de la antigüedad como bien escribe J.J. Bajarlía hasta las "otras damas",  la prostitución fue deslizándose de la infidelidad hacia un Dios único, al adulterio, acompañada por acordes de maldiciones y advertencias:
Matarlas a pedradas, subir al monte para que las aves de vuelo cadencioso devoren el vicio y carcoman, muy alto entre la nieve, esa carne  prohibida, esas vísceras ardientes hasta en el reposo, dadas al poder de quitar la paz. "Hijas del diablo y de la tentación, huéspedes del infierno, copulad arrepentidas."
En Babilonia, Grecia, La India, Armenia, Egipto, las mujeres debían pasar por los templos y ofrecer su virginidad a los moradores que las desearen. En Borneo se descubrió a raíz de la prostitución sagrada la primaria santidad del acto sexual. Estos ideales fueron consumados por los antiguos pontífices fundadores de las casas de lenocinio. La reglamentación del oficio: lavajes, tarifas, barrios y demás anexos que regían al contrato eran redactadas por el propio Papa. Quien establecía la obligación de legar la mitad de los bienes al convento de las Vírgenes Penitentes.

Una primera leída de Historias Secretas nos muestra el paisaje de la desnudez, el incesto, las tribulaciones del erotismo y las reacciones político- sociales algunas veces punitorias hacia el ejercicio de ciertos goces. La vuelta sobre el texto de Bajarlía, su relectura, nos revela un seguimiento no por breve menos riguroso, pleno de información sobre el devenir de los siglos y fundamentalmente, trufado con matices humorísticos de inigualable tenor que exaltan la relación entre el amar y el biendecir.
Participamos de una aventurada travesía, desde la práctica amorosa en conjugación con lectura de grandes obras hasta el erotismo punk donde la cadena no sólo significante tiene su protagonismo. Detengámonos en el siglo V antes de Cristo, en Trexa de Mileto, una hetaira frecuentada por Aristófanes y otros poetas, interesada en aleccionar sobre el amor hacia el propio sexo y la impudicia de la diferencia biológica. Siguiendo la voluntad de Zeus, no admitía la sodomización entre un hombre y una mujer, regla que pudo aplicar en relación a terceros, no personalmente porque la curiosidad hizo que cayera en la tentación, lo cual ocasionó la ira de los jueces y su condena, innecesaria de cumplir porque huyó a la ciudad de Megara con un esbelto guardia.       

Me interesa hacer hincapié en cómo el autor de Historias Secretas trabaja el exceso. Cada una de las mujeres que menciona, va a ser dotada de alguna característica gracias a la cual la prostitución parece escapar de los estrictos límites de su finalidad sexual y abrirse a otros registros. Frente a tantos estudios, saberes y prescripciones sexológicas, Bajarlía recupera ese plus donde el sexo deja de ser un topos, una ciencia sexualis o un discurso dominante para convertirse en ars erótica. De ahí las innumerables citas, entrecruzamientos literarios, religiosos, poéticos e idiomáticos que podemos encontrar en este libro.

Voy a detenerme en algunas damas elegidas al azar :
Nenette de Fontainebleau, nombrada musa del dadaísmo por el mismo Tristán Tzara, parecida a la Gioconda y dotada en el saber y la musicalidad de los órganos al estilo rabelaisiano, era una especialista en el Kama Sutra y erudita en literatura clásica. Tenía por función alojar e instruir a cornudos quejosos de la infidelidad de sus mujeres. Una suerte de lo que en la actualidad podría llamarse terapia con punto de vista sintomático unida al aprendizaje de destrezas viriles.

La regenta de un conocido burdel de París, Grosse Margot, reina de la prostitución, inspiró a Francoise Villon una balada erótica que Bajarlía traduce de la jerga popular de los marginados a nuestra lengua, respetando el ritmo de los versos y las puntuaciones originales. La última de las cuatro estrofas versa así:
            Haga viento, helada o granizo tengo pan caliente.
            Soy calavera y la cana me persigue.
            ¿Quién es mejor? Los dos nos imitamos.
            Somos iguales; y a mala rata, mal gato.
            Nos gusta la porquería porque nos llena.
            Huimos del honor, y él nos desafía
            en este kilombo que es nuestro Estado.
           
En Madmoiselle Frou Frou, la dama que recitaba a Rimbaud, Bajarlía articula seducción, creencia y extramuros. El poder retórico de Frou Frou era tal, que conseguía convencer a sus clientes para que se dejasen cortar el miembro pecador como en otros tiempos, cuando los hombres ofrendaban su potencia a Cibeles y Atis. La siguiente cita, permite observar el afán investigativo del autor: "La castración no fue ajena a Orígenes ni a Leoncio de Antioquía, los primeros cristianos que consideraron el corte de la virilidad para estar a salvo de impureza. Es lo que hacían los skopzi, secta rusa fundada por Kondrati Seliwanow en 1771, quienes entendían que la castración era indispensable para ser admitidos a la diestra del Señor. Entrar con los genitales en el reino de los cielos era una blasfemia que merecía el castigo eterno".

El plus va a situarse ahora en el virtuosismo políglota. Siete idiomas hablaba Andrómaca Veronese, exegeta del Dante, aplaudida por los patricios de Roma por el estilo directo y pintoresco de la eximia, deseosos de penetrar en la escritura enigmática de Alighieri. Guillaume Apolinaire no dejó de nombrarla en su catálogo de costumbres eróticas cuyo título editorial es Les onze mille verges.XIV
           
"Educarse en la Mansione delle Signorine Cora Donati, en Florencia, -escribe el autor de Historias Secretas- era la aspiración impostergable de los jóvenes en la primera mitad del siglo XIV. Allí se les enseñaba idiomas y, especialmente, el comportamiento en las relaciones sociales. Sólo admitía gente de la nobleza". Jeremy Burton en The Idyle of Firenze, dice que en uno de los patios podía verse el retrato de Safo pintado por Spallari, debajo de la imagen estaba trascripto un fragmento de la poetiza de Lesbos:

            El amor, ese ser imbatible, dulce y amargo
            que desata los miembros,
            se alborota otra vez en mí.  

"El final trágico ya lo conocemos -concluye el autor con ritmo de Thriler, jugando su habilidad de escritor en inusitados giros-. Los gibelinos, en noviembre de 1337, toman por asalto la casa de Cora Donati y la sorprenden en el lecho con Letizia Fidei."

A través de estas historias, Juan Jacobo Bajarlía transmite que el cuerpo es aquello que ni siquiera la idea de sexo sucio logra destruir, aquello que grita en secreto, silencioso ante la seguridad de la razón y de la propiedad; es esa tapicería donde nuestra figura muta a través de la palabra y el ensueño.