Liliana Heer

Ficción crítica

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©2003
Liliana Heer

Más vale cabeza de león que cola de ratón*
Por Liliana Heer
Texto leído en la Feria Internacional del Libro de La Habana
Mesa redonda Las mujeres en la literatura,
Sala José Antonio Portuondo
(Luisa Valenzuela, Tununa Mercado,
Cristina Mucci, Liliana Heer)
Cuba, 12 de febrero de 2007



LO PRIMERO que pensé acerca de esta propuesta fue: qué maravilla, voy a hablar sobre personajes femeninos de todas las épocas, voy a aventurarme con variables textuales, devenires, desenlaces, zonas de conflicto, en fin, todo lo que hace que las mujeres cobren vida en el papel más allá de quién las haya creado. Una interpretación apresurada, por cierto, una pequeña fuga del tópico, desde hace algunas décadas, convertido en un clásico.
Pausa.
Ante los clásicos es bueno tener precauciones
tomarlos en serio
ponerlos en serie.

Varona -dijo Adam- porque del varón fue tomada.
Pero dónde se metió mi hermana, pregunta Marcele Detienne en Cómo ser autóctono. Ese interrogante me impulsó a llamar a Nicolás Peyceré, un escritor que escribe -valga la redundancia- desde la primera hasta la última palabra sin apremio, sin concesiones. Había estado hacía pocos días reunida con él, dos escritoras amigas, María Negroni y Ana Arzoumanian y un artista plástico de talento sorprendente: Jorge Garnica. En medio de la noche mis invitados empezaron a mirar los cuadros. Se me ocurrió hacerles adivinar el sexo de los pintores y vaya sorpresa, no hubo aciertos. Al contrario, sólo identificaron aquellos que conocían.  ¿Será igual con la música y con la literatura?
Cuando lo llamé, Peyceré aceptó mi propuesta sobre las mujeres en literatura y me envió el siguiente texto:

CUANDO LA HERMANA ESCRITORA llega bajo la sombrilla de la escritura, muestra sus generosidades y comparaciones, unas abreviaciones, o los vestidos desflecados.
SUS GRAMÁTICAS  trepan en los sonidos, en las palabras,  en las salas de combinaciones. O en lugares deshabitados.
Cómo explicar las gramáticas femeninas. Tan formadas del cuerpo. No se puede con las explicaciones entrometidas.
La hermana dirá que puedes apartar tus nubes con su ayuda. Puedes ver el color de sus ojos, con el entendimiento de una cuidadosa atención.  
¿Pero seguiremos preguntando? :

Cómo escuchar, a Kate Bush en Pi, y la experiencia vocal de Björk en Medulle.
Cómo leer los poemas, de Heather Thomas, y Deseo de Elfriede Jalinek, y El milagro del desayuno de Elisabeth Bishop.
Cómo ver,  los recortes de cuerpos femeninos de Francesca Woodman,  y la fotografía de Jeanne Moreau en los años 60.
Por qué, Isadora Duncan entristeció a Sergei Esenin, y la bíblica Jael clavó al general Sísara con una estaca en la cabeza.
Por qué, Clitemnestra gritó Un daímon me ha perjudicado, y Safo en metro de epopeya escribió A quién de nuevo debo persuadir, y Alejandra Pizarnik dijo Ayúdame a no pedir ayuda, y Bessie Smith cantó antes de morir Voy a beber un buen trago y conquistar a esos morenitos.
Y Sylvia Plath fue leída por Janet Malcom.
She being Brand, habría dicho E E Cummings.
Y Annette Adele habrá susurrado juísh juísh, como una vara agitando el viento.

Cuando algo me sobrepasa, suelo pensar ¿cómo? Soy una araña que siempre ve ante sí un espacio vacío en el que no encuentra lugar donde apoyarse, por más que patalee -tono Kierkegaard. Enunciación pura, como el lenguaje de Peyceré y la breve serie imposible de serializar porque los conjuntos al ser abiertos se multiplican y proliferan como proliferan las arenas en el poema La leche de Laura Klein. Poder de conexión hasta el infinito, irreductible.


Mujeres de carne y hueso  
¿Con o sin él?

Primer escalón
Un organismo no es un cuerpo.
Los organismos son enemigos del cuerpo -tono Artaud.
El goce masculino tiene la impronta del más.
El goce de la mujer carece de impronta. Es diverso, inclasificable -tono Lacan.

Segundo escalón
A partir de Marx, la mujer dejó de pertenecer exclusivamente a una clase de sexo para pertenecer a una clase social.

Viñetas: Juana Manso, primera mujer laica de la política argentina a mediados del S. XIX  - tenía una especial visión del cuerpo y de la maternidad: los omitía como atributos. Sacar el cuerpo del centro de la lucha era privilegiar el plano de las ideas. Sarmiento la definió como “su mejor hombre”.
Posteriormente, con una estrategia inversa, Josefina Pelliza y Juana Manuela Gorriti -directoras de La Alborada del Plata, revista de voces transnacionales latinoamericanas-, para ser escuchadas por interlocutores intolerantes, exhibían la maternidad como tributo -tono Ema Cibotti.

En este siglo, las estrategias también se bifurcan. Acentuar o disminuir la importancia de la potencia corporal, esa maquinaria inconfundible que es centro y periferia, devenir constante. No sacar las patas de la fuente (consigna peronista de múltiples lecturas). Mantenerlas en el lenguaje o dentro del plato genérico.
Cuando comencé a escribir, encarnaba personajes masculinos, bisexuales, mayores, perversos; a medida que pasaron los años y las páginas, mis protagonistas femeninas se desplegaron más y más. Ciertos núcleos persisten pero el lugar de enunciación es otro. Voces centrípetas, púberes en su primer tijeretazo, mujeres y mujeres, cómplices y testigos, indisolublemente unidas por una fraternidad más allá del Nombre del Padre, su nombre o cualquier subalterno.

Tercer escalón
Un atrevimiento menor: espío por el ojo de la cerradura un cuaderno de latín. Apenas, apenas, nada que ver con la parodia del refrán -por más que seguramente formo parte del conjunto- : “mujer que sabe latín ni tiene marido ni tiene buen fin” -tono Rosario Castellanos y Luisa Campuzano.
En latín existen tres voces, activa, pasiva y media. La voz media suele ser asimilada por los franceses a lo intransitivo de la poesía. Sujeto y objeto se funden, se confunden, adoptan formas intercambiables en ciertas construcciones. Se trataría de un sujeto pasivo que hace y recibe más allá del género. Sujeto absoluto, ensimisma.

Cuarto escalón
Escritura: práctica fuera del yo.
Novela familiar deconstruida.
Vacío.
Herida.
Fiesta.

Teatro de géneros
El teatro es un lugar donde la ley del arte se encuentra con la casualidad de la vida -tono Kantor.

Ensayo general
La idea sería trabajar el recorrido artístico, la travesía textual da cada autora, víctima y heroína de sus propias contradicciones y vicios. Hay quienes por omisión de lectura marginaron lo poético, excluyeron círculos temáticos privilegiando otros, quienes tuvieron casamientos o intensos encuentros -como en la vida- con los mismos referentes, pero los efectos en la estructura, el ritmo, las voces, la puntuación son virtualmente incomparables. Hay en los textos zonas que se repiten y otras imposibles de insistir, no porque ella -artífice- no quiera sino porque al terminar cada libro ya no es la misma, ha quedado fuera de ciertos interrogantes. Hay en ciertos textos, fragmentos de estilo correspondientes a distintos modelos entre la identificación y la huída, como si en cada libro nos aproximáramos a un ideal. Para romperlo.

¿Qué habría sido la biología sin el cuerpo de la mujer? 
¿Habremos caído en el mismo cedazo desde lo literario? Una vez más, la atención sobre la mujer cae en la escena pública. El poder está en juego. Para nosotras, siempre habrá algún hueso, incluso el mercado es generoso, apuesta. Divide y venderás.

* Mario Trejo