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©2003
Liliana Heer

El sol después
Paradiso Ediciones, 2010

 

 

             Un cuadro no acaba nunca,  
             tampoco empieza nunca,     
             un cuadro es como el viento:
             algo que camina siempre                  sin descanso.                       

                                  Joan Miró  

NICOLE

 

Lo conocí en verano, en la cresta final de un agosto
inestable, salpicado de bruma y escasos pescadores.

Pocos datos, simplemente cuadros que faciliten
pasajes verbales: cierta emoción vuelta al día.

Es verano, la construcción del nuevo puente
avanza con ajetreo, hay máquinas diversas, vigas,
terraplenes, una legión de operarios. Aún a ciegas,
la certeza del horizonte en mi pupila compone
tramposas siluetas de realidad. Esto y aquello.
Adiestramiento heroico: divagar apenas advertida,
leer, dormir. Suelo tirarme al borde del agua
sobre la arena húmeda, apisonada, negra;
de un extremo a otro el balanceo de las olas.

Dormía mientras él miraba.
Supervisa la construcción del puente, es ingeniero.
Un hombre resuelto, franco, entusiasta.
Una mancha en la arena, dijo.

Supe la cara que tenías antes de verla
como si hubieras estado en mí desde siempre
una videncia algo inefable
la extrañeza del pudor
vergüenza corporal
ser joven de nuevo
Un día observé mi esperma a través del microscopio
puro movimiento un flash
Mi niña mi hembra
voy a cuidarte
quiero sufrir de amor
llorar tener celos pedir perdón  
Ni siquiera pensé en locura
sólo miedo
dormías fuera del mundo

¿Habrá sido así?

 

Expulsada camino por la rambla,
hay viento, neblina, la niebla de los días breves.
A unos metros del mar, el ingeniero observa
las columnas del puente, en algunas todavía flamean banderines de la inauguración.

 

Cuando algo concluye
queda el inventario
fórmulas ecuaciones escalas

Una obsesión ¿exige indiferencia?
Veo su automóvil, las luces bajas, él aguarda
que atraviese la rotonda; mi tardanza provoca
ideas turbias, embicha su alegría extravagante.
No puedo evitarlo, por eso él modera su ración
de inquietud, omite supuestos insanos, alusiones
a la edad, las modas, los modales, se neutraliza.
Entonces nos convertimos en aliados instantáneos. Quiere oírme, cree en el sencillo boca a boca,
las palabras entran por los ojos, un almacén
de Ramos Generales, miles de objetos disponibles.

Inventar no es mentir. Ni duda ni excusa
ni explicación; crónicas, anatemas, cualquiera
puede decir: la infancia, el fraude, la celebración, viven, ya murieron, nacida de algún modo.

Una noche
sólo una noche, dice el ingeniero.
No alcanzaría, digo.
Pronto, nunca, me esperan, después sería peor.

 

La puerta se entreabre, todo empieza de nuevo.

Él sonríe, le tiembla la barbilla, me abraza con vigor; siento mis huesos, su lengua,
la historia del contrabajo, un piano, la batería.

Éramos muy jóvenes  
ensayábamos en el sótano del colegio
dimos varias funciones
música del azar
uno de los tres iba a morir
lo sabía
por televisión mostraron
el cerco de tiza sobre el pavimento
ninguna indulgencia
hubiera deseado
nada
odié el sonido
un efecto instantáneo
olvidar las notas las claves los movimientos
ser una estatua estudiar ingeniería construir puentes

Fue a través de un catalejo
desde la grúa
Dormías ¿dormías?

Una mancha violeta en la arena

 

El agua
su piel
¿respira?
está ahí
el sol
la sed
si despierta confieso
revelo todo

 

Lo dice en cada encuentro, lo repite, altera el orden,
un ritual, la sinfonía en rojo,
el microscopio, el contrabajo, el silencio, la grúa.

 

Hay algo en su forma de traer el pasado,
un estilo de donación.
Sueño con el baterista, es rubio, delgado, eléctrico,
tiene en la boca un rictus, lee comics.
Copio esa imagen.

 

Llegamos al centro de la ciudad, hay ventisca,
anunciaron que nevaría.

En el bar se oye el tema que bailé en la despedida. Trabajaba de locutora, leía el informe meteorológico, un hastío programado: protones, neutrones,
núcleos atómicos, el cielo en superficie.

 

Bebemos vodka.

 

Dibujo en una servilleta la caricatura del sueño,
un hombre mayor con lentes oscuros y campera negra. En el casco, el perfil de un animal.

Soy yo, dice el ingeniero.
Le falta el cuerpo.

¿Y esta cabra?
No es una cabra.
 
Bebemos más,
resucito personajes, actúo sin director,
cuento anécdotas arbitrarias,
discontinuas.

 

Nací en una casa rodante.

Alguien entra y una ráfaga de viento invade el local.
Un forastero con ademán pueril acomoda inútilmente el paraguas. Alarga el cuello en busca de territorio,
no lo encuentra, se resiste, deja la puerta entornada para volver a salir.

The turn of the tide, pretexta el invasor.

Veo volar la servilleta,
el ingeniero se levanta, la atrapa, está arrugada,
la rompo.

Ahora está rota, digo.
Me da otra.

 

Naciste en una casa rodante

Dibujo al joven delgado, de rostro triangular,
rictus irónico.
Él besa la mano que dibuja,
mete en su billetera al baterista.

 

En la casa rodante, insiste por temor a un desvío.

 

Era una pequeña comunidad de extraños rousseauneanos, crédulos y agnósticos a la vez.
Soy hija de varios padres, una buena escuela,
sin fórmulas a imitar, ninguno se detenía en la crianza.
Lo que hagas no alcanzará, decían.

Verdadero.
Falso.
Verdadero aunque haya nacido en el jardín
de un hospital, parto en avalancha, eso no digo.

Bendecida por la velocidad, jirones de placenta
entre los muslos, pensaron que era un reptil,
serpiente de metal dicen los astros, anticipa fugas, vaticina derrumbes, desconfianza.

 

Suave algarabía, tímidas confidencias interrumpidas por una carcajada.
 
I'M GETTING OUT
I'M MOVING ON
AND FROM NOW ON
ADDRESS UNKNOWN
I SHOULD BE DIFFICULT TO FIND
SO FOLLOW ME
JUST FOLLOW ME, redobla Amanda Lear.



La nieve cae oblicua, incansable, impura la tentación.
Los cátaros se adormecen hasta el fin.

 

Él se quita la campera, saca del bolsillo una brújula.
Sobre la mesa oscila el norte.

Espera mi voz, el canon.

Describo la deriva, las persecuciones, la aventura
del descuido. Mientras hablo desfilan escenas:
colegios, consignas, monsergas.
Los NO SON DE FIAR de los regentes y el Neuntöter de mi madre, su desopilante ironía:
¿Significa que somos pájaros o nueve veces asesinos?

¿Por qué volver?

Tomo la brújula, el vaho de mi aliento opaca el cristal; distraída y concentrada en una acción desprolija,
le saco brillo con la manga del sweater.

 

El mozo trae dos cuencos,
carne de cerdo y salsa picante.

 

Podría intentar convencerlos
No reciben a extraños.

Quizá no lo sea
Si les contaras
Es inútil, no escuchan.

Quizá debieras

Unto el pan en un trozo de carne, le ofrezco
miga rosada,
él muerde y acerca su boca a la mía.

Disueltos, besados.
Ante el obstáculo, una pátina de laca.
La antorcha del presente impone más vodka,
más cerdo.

Girar dentro de un círculo, de un cubo, de un barril, ser acróbata,
las rodillas contra la frente, no ver el último gesto, salvarse por conjuro, a fuerza de aturdimiento.

 

Tengo algo para darte
Cierro los ojos.

 

Es una joya, un brazalete,
hilos de plata alrededor de mi muñeca.
Enjaulada, digo.

Su expresión se congela, respiro desencanto.
Rostro sombrío, austero.

Imaginación déspota, quito una a una
las capas de piel. Experimento para principiantes, despegar, despojar. Ningún arco iris. Ver la calavera.

 

El ingeniero se disculpa:
Estoy loco
Te encerraría

 

Salimos del bar.

Mis dedos buscan sin obsesión.
El empeño espontáneo de hurgar elegir escoger.
Saco un lápiz labial, me pinto a ciegas.

Para que no me beses.
Lo divierte esa frase, lo excita abrir la billetera, ofrecer dinero.
No cobro.

Es un regalo
No acepto.

Lo excita el rechazo, mi falta de entusiasmo,
de curiosidad.

Me pide que suba al automóvil. Contacto, encendido, el limpiaparabrisas va y viene.
Embrague, primera, acelerador, operación reiterada.
No hay manera de avanzar.

La nieve nos rodea.
Ata una cadena a los neumáticos.
¿Tampoco así?

 

Demoramos en salir, en cruzar la zona urbanizada.
Nos detenemos a una cuadra de El Ombligo.  
Luz mostaza, viseras de humo,
la muchedumbre silba, rompe botellas,
el cantante está enfermo, sucede a menudo,
sufre desaliento.

 

Me acerco al micrófono, no es la primera vez, balbuceo más consonantes que vocales,
canto en serbio, sigo el ritmo de la banda, la melodía, un cover.

NIKAD SE NEĆU VRATIT U MOJ RODNI KRAJ
TAMO ME NE ČEKA NIKO
VEĆ ODAVNO SU IZBLEDELA SVA LICA
I VEĆ ODAVNO IMENA IM NE ZNAM

Sólo conozco algunos versos, los alterno,
los combino, los repito. Dejos graves, pastosos, blueseados. Nadie entiende este idioma.
La ignorancia fanatiza, crea idólatras,
adictos, androides.

Al bajar de la tarima,
me sostienen con las palmas de las manos,
ruedo por encima de cabezas, hombros, brazos.

Los músicos tocan un lento, el frenesí decrece,
algunos enardecidos protestan, las luces centellean tonos azul naranja verde moco.
El ingeniero me rescata, lucha con cuerpos de goma, relajados, contraídos, tensos.

Tardamos en salir al vacío.

 

Noche blanca.

 

Uno más uno cero, digo camino al automóvil.

 

En el estuche nevado
un hombre y una mujer hacen el amor.
Con esa ilusión me penetra.
Arriba abajo.

Siento la presión del brazalete, los nudos,
alambres de plata.

No importa lo que hagas
voy a quererte para siempre
Me gustaría matar, digo.

Abajo arriba.

La desnudez del arrebato, saciedad nostálgica;
el carnaval albino precipita fantasmas.
Enmudecer, enmudecer, arrastrar la noche
hasta que amanezca.

 

El ingeniero besa mis párpados, lo dejo hacer,
sin recuerdos, como la letra de la canción.
 
NUNCA VOLVERÉ AL LUGAR DONDE NACÍ
NADIE ME ESPERA
HACE MUCHO LOS ROSTROS
PERDIERON EL COLOR
HACE MUCHO OLVIDÉ SUS NOMBRES

Perspectiva mísera, sólo primeros planos,
contorno de tijera,
la boca, sus ojos grises,
fuera de campo el microscopio, el catalejos,
en la muñeca púas de acero.
Tiene entre los dientes un hilo de tabaco isleño.
Fugacidad del demasiado cerca,
crecimiento continuo, irresistible.

Sepa o no sepa cómo sigue, soy lo que tengo,
el futuro propio: un fetiche, un rehén.

Multiplico la quietud, la hora tardía.

Nadie merece ni esto ni aquello,
sin embargo se sobrentiende el beneficio, el sosiego. Ir a ninguna parte, campo minado.

 

La virtud de las palabras escasea, todo parece dicho, incluso el no decir, astillas de fuego.

                                                         
Un camión choca contra el paragolpes,
el chasis, las puertas. Metal contra metal.
Los vidrios en el cuerpo sangran.

Oigo ruidos, voces de mando imprecisas.
Despacio. Pidan refuerzo. Una ambulancia.
Hay gente adentro.

 

El ingeniero me cubre, su campera de capote.

Se oyen sus gritos:
¿Por qué no yo?
¿Por qué no yo?

 

Más ruido, más órdenes,
 
pierdo el sonido.

El frío ingresa neutro,
nunca antes igual densidad.

 

¿Habrá sufrido el baterista?

En mi cabeza suena la canción:

VEĆ ODAVNO SU IZBLEDELA SVA LICA
I VEĆ ODAVNO IMENA IM NE ZNAM

 

VEĆ ODAVNO SU IZBLEDELA SVA LICA
I VEĆ ODAVNO IMENA IM NE ZNAM

 

VEĆ ODAVNO SU IZBLEDELA SVA LICA
I VEĆ ODAVNO IMENA IM NE ZNAM

 

Un hombre de botas altísimas carga una tabla,
una camilla.

Un hombre,
dos hombres.

Borrones rojos oscuros oscuro,

se esconde el tierno amante mío,

lo dejo caer,

 

letargo cerebral.

 

Estoy cubierta por un telón traslúcido, un templo.
Duermo y despierto, duermo y despierto,
el resplandor me lastima, escalo inocencia.
Inmóvil, atada, prohibida.

 

Oigo ronroneos.

Reacciona, dicen.
Perdió tanta sangre.

Porcelana rota.

Usted no puede hacer magia.
Mentira

 

Después dirá que sonreí al oír esa palabra.

¿Se da cuenta?
¿De qué?

Ella escucha

Te arrancabas la sonda
los cables
No es así decías
dejen todo donde estaba

Un enfermero pretendía que me fuera
otro invocaba a los médicos
Puede haber una emergencia

Interrogantes
Justificaciones
Acusado de hombre mayor
Todo hacía presumir algo irregular
Nicole ¿y el apellido?
Es mi mujer íbamos a salir de viaje
nos venció el sueño
Los documentos están en el bolso

No los encuentra. Hay solamente cosméticos,
un llavero, una libreta de notas, la abre,
en la primera página escrito con tinta azul lee:

SE ACABÓ LA JUVENTUD

Cerré la libreta
volví a poner el elástico de clausura

 

Usted es el único testigo, ¿el único familiar?
Sus padres viven lejos

Estuvo en peligro, si hubiésemos tardado
sería irreversible.

Ninguna mención al miedo.
¿De quién?
Extirpado de cuajo.

 

¿Y ahora?
Fuera de la carpa, la memoria intacta, los reflejos,
el desplazamiento.
Percepción muy lenta, equívoca.

 

Dormías y dormías

 

Es otra noche.
Estoy en el apartamento del ingeniero,
un loft inmenso vacío de sociales.
Dos tablones de pared a pared, caballetes, láminas, un camastro con manta de plumas, en las paredes fotos de puentes.

 

Desde hace años vivo de paso
Pertenezco a la vieja generación
antielectrónica

Sostengo una taza, revuelvo líquido castaño.
Trago café hirviente.

 

Lo último que comiste fue cerdo
Me duelen las encías.

¿Entonces?
Podrías pintarme las uñas.

Hago lo que quieras
arroz fideos puré
¿Todo blanco?
Prefiero rojo, las uñas, la comida, las sábanas.

Suspenso.

Pregunta si sé guardar un secreto.
Balanceo una mano.
O sea sí, dice burlándome.
¿Si no?
Callaría por un rato

 

Está sentado en el suelo,
se incorpora y me lleva hasta la ventana,
veo el mar revuelto, sombrío.

¿Y el secreto?

Con voz apenas audible, murmura:
Alquilé una barcaza

Cantar me lleva a la luna.
¿Estuviste?
Nunca tan alto.

Mi estómago ruge.

En la casa rodante había tasajo, lo usaba de chupete.
Acecinaban carne. Sal y humo.
¿Querrías?
Gesto afirmativo.

Suelo llamar Jota al ingeniero, Jota de Julián, Jeremías, Jacinto, también de Juan.
Así se presentó mientras tomaba sol en la playa,
era cerca del mediodía,
había empezado a leer una novela.

 

HAN PASADO MUCHOS AÑOS
Y ESTA MAÑANA
SIENTO UN DESEO REPENTINO
QUISIERA TENER LAS CENIZAS DE MI PADRE

 

Fue suficiente, cerré el libro.
Tirada boca abajo sobre la arena me debatía.
Sí, se puede escribir la muerte.
Eso dije cuando se acercó.

Mis sandalias y el casco en sus manos.

Se iban a mojar
desde la grúa te veía
tuve miedo a la perfección

Después vino el sobrenombre, la historia del puente, el juramento, su necesidad de confiar,
alegrarse porque estuviera viva.

 

EL AGUA ARRASTRA CADÁVERES DE MUJERES

 

Lo inesperado: un grano de mostaza.

Jota insiste:
¿Querrías Nicole?

 

Vuelve la luz, el pan, doble hilera de dientes,
mi lengua salada.

Besa mi rostro, sus labios
flores carnívoras.

Avanzar retrocediendo, despedirse ya no,
la idea de volver quedó afuera. Atrás, atrás.
Jota lo sabe, evita detonantes,
prohibido el SI HUBIERA.
Compró ropa idéntica a la que usaba, talla modelos colores, quizá la compró antes, cuando insistía
en visitar a mi familia, cuando me ofrecía convencerlos.

No vas a necesitar nada
sólo despedirte

Excusas, muletillas. Inocular pequeñas dosis, antifaces, carnaval de evasión.

 

Inventar no es mentir.

       
Jota sonríe, quiere llevarme lejos, habla del viaje.

Dejaría todo menos el diario.
¿Lealtad a los sonetos?

Mala ocurrencia, Will.
Mira extraviado sin responder, trae un cuaderno.
Sobre fondo pardo hay pins estridentes:

SEX PISTOLS
MADNESS
THE POLICE
THE CURE
DEATH CAN DANCE

El baterista escribía canciones

IMPLACABLE VIDA
FECUNDA EN CARICIAS Y TRAIDORES

Pocos meses antes del fin tuvo una novia
se llamaba Kira
Kira Farrel
tenía el cabello largísimo
Cuando le dijeron que había muerto
se rapó a navajazos

 

Sacaba fotos al césped
a la copa de los pinos
No quiso el diario
Maldito adiós
Fuimos a la morgue
en el bolsillo del pantalón había un enchufe
Kira gritó ES MÍO
Gritó hasta que se lo dieron

Se habían conocido en Agosto
a él le gustaba juntar cosas de la calle
recorrían la ciudad
dos flâneurs

ESTIRO MI MANO AL SOL
SANGRE DE CUERVO
ENTRE LOS DEDOS SE DILUYE escribía el baterista

Se hicieron un tatuaje pequeño        
cabeza y cabeza de león
Con movimientos de autómata
ella tocaba su marca huérfana

EN EL ESTANQUE HAY SOMBRAS
PECES DE VIENTRE CLARO seguía la canción

 

De prisa me transformo, hablo en voz baja
por no asustar, por no asustarme.

 

Cómo sentir dolor, pregunto.

Alguna vez supe lo que era, después
fui excluida del pasado, del mío, del de todos.
Los hechos, las reacciones, una mañana
ese mecanismo estaba roto. En su lugar distancia, cinismo contemplativo, peces de vientre claro, estancamiento de sensaciones, hasta en el sueño, más en los sueños.

La cabeza rapada, tomar fotos al césped,
imagino la acción, el rectángulo carpido.
Tierra sobre tierra.
No sé si hablo o pienso.

Los vidrios empañados impiden ver el mar,
las gaviotas revolotean,
se oyen sus chillidos, picos y alas furiosos.

En verano entran, dice Jota.
También dice Vamos.

El dolor tiene eficacia educativa,
primavera de fracasos, materia combustible.
Estoy curada.
Mis piernas tiemblan de sorpresa, de protesta.
Una dinastía de expresiones.

 

Salimos igual que si llegáramos,
él con alegría tierna, turbado. Soy su joven conquista.
Estrangulo mi hastío, lo imito,
secuestro certezas, elijo un papel fácil.

Goethe decía:

SI ESCUCHO HABLAR

ALGUIEN RESUENA EN MI INTERIOR

COMO EL ARCO DE UN VIOLONCHELO